Tras hacer uso en al menos cinco ocasiones del clásico numerito de los cortes superficiales en la muñeca y hasta tres veces de la ingesta de somníferos, Alejandro Martínez, un adolescente de 17 años, ha comunicado a la prensa que siente que ya no le quedan ideas para sus próximos falsos intentos de suicidio.
“Necesito algo original y espectacular que me permita volver a recuperar la atención y la credibilidad de mi público”, ha explicado a los periodistas.
Martínez ha expresado su preocupación por encontrar una manera de simular un intento de suicidio que parezca “realmente innovadora” sin que luego, a posteriori, alguien le diga en el instituto que “no sé qué chica ya hizo algo parecido hace unos años”. “Todas las buenas ideas están cogidas, todo está hecho”, ha lamentado.
“Vamos, vamos, piensa, piensa, inútil…”, se ha dicho a sí mismo.
“Me siento tan poco creativo que me dan ganas de suicidarme de verdad, pero no se me ocurre cómo”, ha añadido.
“Necesito algo con mucho drama, que lo veas y parezca muy real, alejado de mis comedietas de siempre”, explica el joven, completamente desesperado y sin ideas. En los últimos seis meses se ha intentado suicidar en tres ocasiones mezclando alcohol con pastillas, llegando al punto de que su madre se limitara a taparlo con una mantita cuando lo encontró en la habitación inconsciente.
“No busco impresionar solo a mis padres, ¿sabes? Quiero que todo el mundo vea hasta qué punto tengo cosas interesantes y locas en la cabeza”, ha dicho. “Busco la Capilla Sixtina de los intentos de suicidio que no llegan a ninguna parte y dejar una bonita foto en Instagram”.
En estos momentos, Martínez está en la azotea de su edificio sentado sobre un aparato de aire acondicionado. Su idea es esperar a que suba alguien para preguntarle qué hace para poder contestar “nada, pensar, ves el cielo y se te pasan cosas locas por la cabeza”.
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