Inicialmente el equipo de tres físicos de la Escuela Imperial de Londres estaba investigando los problemas vinculados a la energía de fusión, cuando se dieron cuenta de que aquello en lo que estaban trabajando podría aplicarse a la teoría sobre la materialización de la luz, propuesta por dos científicos estadounidenses, Breit y Wheeler, en 1934.
Gregory Breit y John Wheeler admitieron que debería ser posible convertir la luz en materia rompiendo a la vez sólo dos partículas de luz (fotones), para crear un electrón y un positrón. A pesar de la sencillez teórica de este método, los científicos pusieron en duda que alguien pudiera llevarlo a cabo en la práctica.
"A pesar de que todos los físicos aceptan que la teoría es verdad, cuando Breit y Wheeler la propusieron por primera vez, me dijeron que no esperaban que pudiese llegar a materializarse en un laboratorio; en la actualidad, casi 80 años más tarde, demostramos que estaban equivocados", asegura uno de los físicos.
En su estudio, publicado en la revista 'Nature Photonics', los científicos propusieron una forma para poder llevar a la práctica esta teoría, utilizando un método de dos etapas, que ellos elaboraron en un solo día.
La idea principal se basa en la utilización de un láser de alta intensidad extremadamente potente.
A través de él sería posible acelerar los electrones hasta la velocidad de la luz y dirigir esos electrones a una superficie de oro. Así aparecería un haz de fotones que sería mil millones de veces más potente que la luz visible.
Al mismo tiempo, los científicos proponen enfocar un láser de alta energía en la superficie interna de otra placa de oro para crear un campo de radiación térmica.
Si la luz de la primera fase se proyecta dentro de ese campo, según presumen los físicos, los fotones empezarán chocar y formar electrones y positrones.
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