Por más útiles, indispensables, prácticas y adaptables que sean, casi todos podemos acordar en que las contraseñas son una pesadilla. Y si no acordamos, al menos uno de los creadores de las mismas piensa lo mismo. En una entrevista reciente, Fernando Corbató, co-creador de las contraseñas y actual profesor del MIT, declaró que las contraseñas son como una pesadilla y un invento imperfecto.
Las responsabilidades de ser joven en el siglo XXI te tiene preparada una sorpresa para cuando piensas que con memorizarte las tablas de multiplicación y tu número telefónico ya habrías cumplido. Como una llave virtual que hay que colgarse del cuello del cerebelo, las contraseñas pasaron de ser necesarias a imprescindibles en una década. La obligación se convirtió en cotidiana recientemente, pero su creación ya tiene más de 50 años, cuando Fernando Corbató ayudó a crear la primera contraseña para ordenadores. Hoy como un profesor del MIT, Corbató tiene una mirada bastante negativa sobre las contraseñas, reproduciendo empáticamente las molestias que éstas producen para quienes las tenemos que utilizar a diario mientras esperamos a que evolución de una vez.
El testimonio surgió de una entrevista con The Wall Street Journal, donde Corbató comentó que la seguridad informática y la evolución de las contraseñas eran una preocupación para él, tanto como científico como usuario. Allí contó cómo surgió el uso de contraseñas en sus clases de ciencias de la comunicación. En ese entonces todos debían compartir un ordenador y sólo existía un disco duro, por lo que era necesario algo que impidiese que las personas husmearan el trabajo de las otras. Con la creación de cuentas personales con contraseñas, el grupo de trabajo resolvió el problema de la privacidad, pero además lograron que se respete más el tiempo de uso máximo de aquel ordenador, que era de 4 horas. Sin embargo, con la llegada de los tiempos modernos y de internet, Corbató se dio cuenta de que era una solución imperfecta. Tanto es así, que declaró que “por desgracia, la contraseña se ha convertido en una especie de pesadilla en la era de la World Wide Web.”
A los 87 años, Fernando Corbató le cuenta a su entrevistador que como no podía memorizar sus contraseñas, las anotó en papel. Luego de un par de años, sus aproximadamente 150 contraseñas están hoy guardadas en una libreta en 3 hojas de nombres de usuario y códigos alfanuméricos. Al ser consultado sobre por qué cree que las contraseñas son una pesadilla y son imperfectas, el MITico profesor señaló que “en primer lugar, no previmos que existiría la Internet actual. Las contraseñas no son el estándar más alto de seguridad, pero al menos son suficientes para protegerse de los entrometidos.” Corbató, como nosotros, espera a que éstas evolucionen gracias a las tecnologías de recolección de datos personales como huellas dactilares, registro retinales u otros métodos que hemos tratado en el pasado.
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