Surgió de la nada hace un año y ahora ya le conocen todos los scouters de los mejores equipos de Europa. Incluso las páginas de Estados Unidos especializadas en el draft de la NBA conocen el nombre de Robert Bobroczky, un niño rumano de apenas 13 años que ya mide 2,26 metros de altura.
Barça y Real Madrid estuvieron interesados en ficharle. El Laboral Kutxa incluso le invitó a Vitoria hace un año junto a su familia. Allí pasó una prueba y presenció el tercer partido de los cuartos de final del playoff, ante el Herbalife Gran Canaria, en el Fernando Buesa Arena.
Los padres del muchacho, sin embargo, desestimaron entonces todas las propuestas. No querían que su pequeño abandonara tan pronto su Arad natal, en la zona más occidental de Rumanía. Sus progenitores, un exjugador de baloncesto y una exjugadora de balonmano, preferían que su hijo siguiera desarrollándose en su casa, en un entorno estable y controlado.
Vladimir Cristea, el mejor amigo de Robert Bobroczky, apenas le llega a la cintura. "Todos creen que tiene 20 años o más, pero en realidad es más pequeño que yo", explicaba Cristea. Ambos han estado jugado juntos en el club que preside y entrena Zigmond, el padre de este gigante de sólo 13 años.
Con el tiempo, esa idea ha ido cambiado y ahora, cuando Robert está a punto de cumplir los 14 años (el 17 de julio), el Stella Azzurra Academy Basketball de Roma acaba de anunciar su fichaje. El chico ha despertado las máximas expectativas. En un año ha crecido hasta 10 centímetros, aunque ahora debe trabajar su musculatura para sostener toda esa altura, además de los conceptos del baloncesto.
Su crecimiento le sitúa a escasos seis centímetros del mítico Gheorghe Muresan, el pívot de 2,32 metros que fue elegido en la segunda ronda del draft de 1993 por los Wahington Bullets, que le ficharon del Pau-Orthez francés. Ghita jugó durante seis temporadas en la NBA e incluso le nombraron jugador con mayor progresión en 1996, cuando promedió 14,5 puntos, 9,6 rebotes y 2,26 tapones. Las lesiones, sin embargo, le persiguieron durante toda su carrera.
Muresan, que creció tanto por un desorden en la glándula pituitaria, es el jugador más alto que nunca ha jugado en la mejor Liga de baloncesto del mundo. El rumano medía un centímetro más que el sudanés Manute Bol.
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